Circo Ambulante
El Libro de los Muertos
¡Pasen y vean señoras y señores!
Pasen y recorran con nosotros las estancias donde dormita la felicidad, allí donde habitan extraños moradores de un submundo imaginario. Pasen y recréense con los estadios misteriosos de la tranquilidad pasiva y armoniosa que rodean nuestra condición, desde que dejamos de sumergirnos en las placenteras aguas de nuestro ahogamiento natural. Pasen y vean si es que quieren ver y si es de verdad que quieren pasar, porque de lo contrario dejaran de experimentar esas ingratas sensaciones que da sentido a sus vidas, esas las dulces sensaciones que les impide dormir de agotamiento emocional, esas las efímeras sensaciones que les desvela de un sueño tantas y tantas veces rechazado por una inexpresiva conciencia moldeada a lo largo de los años con la propia sangre y las propias lágrimas. Sangre, esa que baña todos los escondites de sus almas sin dejar uno. Sangre, esa que mana sin cesar de esas sus heridas ya cicatrizadas. Sangre, esa que se conjura con el espíritu del viejo chaman e intenta llevarles hacia el lago, hacia el viejo lago.
¿Por qué no se dejan llevar y bailan con la serpiente?, como diría mi viejo amigo y compañero de incontables peripecias.
¡No os avergoncéis!, ¿Qué hay de malo en recorrer juntos el pasillo angosto y silencioso de la existencia?, ¿Por qué es pecado disfrutar del viejo rito indio a la luz de una luna desnuda y sanguinolenta?. ¿Por qué es pecado gozar con la sensación de ausencia de unos sentimientos enmascarados por nosotros mismos?.¿Por qué todo es pecado?. ¿Por qué todo es cuestionable?. ¿Por qué?. ¿Por qué?. ¿Por qué?……………….
¡No hay respuesta señoras y señores!, No hay respuesta. O mejor dicho, no una gran panacea de sencillo entendimiento y fácil acceso para todos los habitantes de ese el gran circo ambulante. Es más, no deben preocuparse por las respuestas, ahí no radica el sentido ni la belleza de las cosas. Son las preguntas lo verdaderamente importante y aquello que nos puede rescatar de ese torbellino en el que estamos inmersos.
¡Hagan fotos señoras y señores! ¡Hagan fotos!, Porque es la única y última forma con la que pueden liberarse de esa carga que soportan. Hagan todas las fotos que quieran. Todas las que deseen. Porque no tendrán una segunda oportunidad después de muertos, o por lo menos no una en el mismo plano y delimitada por las mismas coordenadas de aquella que conocieron o descubrieron en uno de sus sueños. ¡Hagan fotos señoras y señores! ¡Hagan fotos!, Porque son estas, esas o aquellas las preguntas que realmente desgarrarán nuestros más íntimos sentimientos y deseos, transportándonos a una dimensión en la que todo, sin excepción, será lo mismo. En esa dimensión en la que todos absolutamente todos estaremos muertos, todos y a la vez ninguno, que importa si todos como un uno o como un no ninguno.