Amaría
Música. Y el Silencio
A Maxi del Campo, gran fotógrafo y amigo.
Tic- tac, tic- tac. Las agujas del reloj se mueven sin parar. Tic- tac, tic- tac. Su sonido se disfraza. Nos seduce. Nos engaña. Toc, toc. El bastón de mando nos dirige. Lentamente entramos en la sala. Y nos sentamos. Y despertamos. Música. Y el silencio. Tristes ojos auguran el comienzo. Brillos de ásperas texturas. Música. Poesía. Y el silencio. Cabellos sedosos se enredan cómplices con el viento. Dulzura. Blancas manos. Ojos negros. Música. Movimiento. La cálida brisa golpea con fuerza nuestros rostros. Y nos hiere. La tormenta nos absorbe. Y nos desborda. Las olas salpican las mejillas sonrosadas. Música. Y el silencio. Los fantasmas de la niñez aparecen tras la cortina. Se arrastran. Sus gélidas miradas nos acechan. Lujuria. Música. Sensualidad hecha movimiento. Las almas surcan el espacio. Entre gritos. Y nos observan. Y nos divierten. Sombras hechizadas nos conducen a la luz. Viejo rito. El Chamán. Música. Danzas tribales. Máscaras. Píes descalzos. Círculos. Conjuros. Pócimas secretas nos incitan al amor. Al deseo. Amaría. El Cíclope nos observa con su gran ojo verde. Su sangre fluye. Y se mezcla con nuestras lágrimas. Música. Hay algo que no siento. Pesadilla de invierno. Odio. Dolor. Sufrimiento. Música. Y el silencio. Fuego. Blancas manos. Pechos negros. Y píes. Deambulan por el suelo. Cuerpos. Anónimos. Definidos. Y la luz. Tranquilidad. El sueño. Retorno a la infancia añorada. Imágenes. Recuerdos tantas veces olvidados. Madera. Toc, toc. El bastón de mando nos dirige. Tristeza. Frío lecho. Siluetas. Llanto secreto tras el cristal. Música. Y el silencio. Corazones entrelazados. Húmedas gotas de sudor recorren la espalda. Desde el cuello. Y se deslizan. Y nos empapan. Tic- tac, tic- tac. Se acerca la hora señalada. ¿Ha entrado todo el mundo? El espectáculo va a comenzar. Música. Y el silencio.